El invierno en la Capital del Reich sorprende por su tacto y suavidad. No estamos congelados. La calefacción funciona a medio gas (wenn überhaupt), el título de ingeniero está bien guardado en el bolsillo del pantalón y la plancha no para de humear para poner a punto trajes y camisas para las famosas entrevistas de trabajo. Y es que 5 horas en tren acaban arrugando todo.
Pero seguimos vivos.
22.2.07
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