12.6.06

(fanatismo)^n

Vaya con esto del fútbol... Aunque a uno no le guste especialmente, la verdad es que se contagia uno del ambientillo que se respira por todas partes. De hecho, el otro día estaba ojeando un blog sobre el tema, y me quedé con la boca abierta al ver los comentarios de la gente, basados principalmente en el insulto y la descalificación. Todo un ejemplo del nivel y la educación del pais, sí señor. Fanatismo rabioso. Recordemos que hace unos años un tío se cargó a otro durante una discusión sobre fútbol. Escalofriante, ¿no?

El problema es que esta irracionalidad no se limita al fútbol. En este nuestro pais, la política está cubierta también de fanatismo mierdoso y maloliente. Una gran mayoría de gente no se dedica a pensar por sí misma y a apoyar ideas y propuestas determinadas, no. La gente hace como con el fútbol: Apoyar ciegamente a "su" partido y gritar rabiosa contra el opositor, muchas veces azuzada por unos y otros, por periodistas más interesados polemizar y en contar "su" verdad (que raras veces tiene relación alguna con la realidad), y que mucha gente sigue y cree a pies juntillas, como si fuera su biblia de partido.

Lo más triste, de todas formas, es que a los políticos eso les interesa. Eso de llevarse bien y trabajar por el bien del pais no genera ni votos ni publicidad. Es mejor mantener una batalla campal, despreciando todas las propuestas del contrario, aunque sean buenas, y cerrándose en banda, echando mano de alguno de esos insultos que tan guays son ahora, como "facha" o "cultureta". Pero no debería sorprendernos, si tenemos en cuenta que los políticos suelen ser charlatanes, gente que no sirve para nada, que son malos en lo que han estudiado y que por eso se meten en política, para engañar a la gente y vivir del cuento. Miren si no al amigo Hitler. Menos ideología y más gestión, es lo que digo yo. Yo elegiría mucho antes a una persona bien preparada y con experiencia, como un buen ingeniero que a un charlatán profesional. El problema es que el ingeniero no es tonto, y pronto se huele de qué va la cosa, más aún cuando la seriedad no vende y es mucho mejor el espectáculo y la polémica, y se dedica a lo suyo: trabajar bien y ganar dinerito.

La democracia no funciona ya. Se ha convertido en un circo. Estaríamos mucho mejor si pusiéramos en práctica lo que sugiere Scott Adams, creador de Dilbert, en su blog...

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