22.6.06

Madrugar

13:18. Me acabo de levantar. Unas cinco horas después de lo que había previsto. Y es que yo ayer no tenía pensado salir. Tenía pensado volver pronto a casa, hacer la colada e ir a la cama. Pero, como suele pasar, cuando no tienes pensado salir, lo haces y te lo pasas de puta madre.

Yo ayer estaba trabajador, me quedé en la universidad hasta tarde, hasta las ocho o así. Mientras tanto había estado tanteando a gente, para ir a ver el partido de las nueve tomando un par de cervecillas. Unos amigos iban a verlo en Kreuzberg, pero eso me quedaba a mí muy lejos y me daba pereza ir hasta allá.

A todo esto me llama Migüelillo, que estaba con una amiga y que iban a ver qué se cocía por la Fête de la Musique. Perfecto pues. Será cosa de dar una vueltecilla, ver cómo está el tema y al sobre. Total, que quedamos en el Mauerpark.

Al llegar allí me cuentan Migüelillo y su acompañante que no está mal y tal, pero que el rollete es muy de tranquis, que prefieren ver el fútbol. Pues a ver el fútbol que vamos. Dimos una vuelta por el barrio, pero no había mucho ambiente de fútbol. Al final nos sentamos en la terraza del August, y allí que vimos el partido que, por cierto, fue un poco truño. Más aún si detrás de ti tienes a dos artistas tocando la guitarra todo el tiempo y molestando a toda la gente de la terraza que, obviamente, estaban allí para ver el fútbol, sin poder oír los comentarios gracias a ellos.

Después del partido, decidimos ir a por la última cerveza. La amiga de Migüelillo se despidió, y entretanto había venido el austríaco, Oida. Con él que nos fuimos y acabamos en el bar de absenta, para tomarnos "la última cerveza". Ferpecto. Hasta ahí todo bien. Hablando de puta madre, pim pam, sin problemas. Lo chungo fue cuando el Oida dijo que tenía que irse, porque Migüelillo y yo decidimos quedarnos "un poquito más". Y ya de paso, probar la oferta de la absenta a dos euros, con la mariconadita del azúcar y las cerillas. Mientras tanto viene el MedioFrancés, y con él seguimos pidiendo absentas y hablando, hasta que, para nuestro regocijo, se nos trabaja un cigarrillo de los huelen. Migüelillo y yo llegamos al punto de no retorno en este momento; es decir, el punto en que has cogido el puntito y no puedes irte a casa a dormir, si no que tienes que ir a algún sitio a bailar y a tocar culos.

Perfecto pues. Migüelillo y yo partiéndonos todo el rato, diciendo tonterías, hasta que llegan los amigos del MedioFrancés, que estos sí que son franceses completos. Atmósfera de apalancamiento total. A los aproximadamente diez minutos de llegar ellos nos levantamos, con un par, y les decimos que nos vamos de fiesta, que hasta luego, nos vemos allí. Por supuesto, no vinieron, porque los tíos son unos apalancados de primera. Fue un poco de mala educación irse así, pero si no lo hubiéramos hecho, aún estaríamos ahí hablando del sentido de la vida, y no apetece.

Total, que poco a poco llegamos a nuestro destino, Alte Kantine, templo de la fiesta de los miércoles por excelencia. Unas palabritas con la de la entrada, pim pam, y nos sacamos un mitad de precio de clientes habituales: 1,50€ cada uno. El sitio, como siempre, lleno hasta los topes. Mucho alcohol, mucho pfand recogido, muchas canciones pedidas al dj coleguita, y unos cuantos españoles que habían venido a ver a la selección y estaban "relajándose" un poco. Un poco pesados, eso sí, todo hay que decirlo. Que cuando te encuentras a un español en una discoteca en el extranjero siempre acaba haciendo las mismas gracias y los mismos comentarios.

Lista de bebidas de Migüelillo y yo de ayer, por persona:

- 2x Cervezas de 1/2 litro.
- 4x Absentas.
- 1x Whisky Red Bull.
- 1x Tequila marrón.
- 2x Jägermeister.

...con lo cual se puede entender que nos quedáramos hasta que se hizo de día. Todo acabó bien, con un currywurst en Konnopke y pillando la cama a las siete.

Hacía tiempo que no hacía un mano a mano con Migüelillo, como en los viejos tiempos. Se agredece volver al AK y ver que todo sigue igual, con el DJ loco, la bailarina de los miércoles, la vieja fotógrafa... Toda esa fauna que uno acaba conociendo a base de repetidas visitas. Y encima la música es buena. ¿Qué más se puede pedir? Aún recuerdo cómo se despidió el Oida de nosotros, a eso de las doce:

Oida (a nosotros): Vosotros ahora saldréis, ¿no?
Nosotros (al unísono): Nooooo, noooooo, una birrita más y a casa.

Hay que ver...

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